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lunes, 4 de marzo de 2013

El cliente, ¿siempre tiene la razón?

Supongo que esta historia a más de uno os sonará de lo más cotidiano..: Bueno, antes de comenzar, aclararé que yo trabajo en un comercio. Ha sido así durante mucho tiempo. Y aunque también he tenido mi más que duradera incursión en el mundo de la industria, creo que los años de cara al publico lo superan.

Pues bien, tantos años cara al público, me han dado, no solo una gran gama de anécdotas subrealistas sino que han hecho que descubra, primero, que mi carácter no cuadra demasiado con lo que cualquier trabajo cara al público requiere, y segundo, que hay gente por el mundo tan rara que sería perfectamente válida para un documental de National Geografic.

Y es que las preguntas que la gente que trabaja en algo como yo tenemos que aguantar llegan a ser dignas de ser mencionadas. Obviemos la más que típica y recurrente: ¿trabajas aquí?. Y en la que te limitas a responder un cordial "Si, dígame" cuando en realidad estas pensando: "No, si te parece,  me he colado aquí, he robado un uniforme, voy vestida de esta manera tan espantosa y entro por puertas en las que pone "exclusivo personal" pero no, no trabajo aquí. Pero ¿eh? guardame el secreto ¿vale? Que quede entre tu y yo" Porque puedo entender que cuando trabajas en una tienda en la que tu uniforme es tu propia ropa de calle pases más desapercibida, pero en mi caso llevo un atuendo inconfundible, además de un gorro que hace del todo imposible pensar que soy un cliente más. Pero bueno, como ya digo, obviemos esta frase de lo más estúpida.

Pero hay otras preguntas que te dejan tan perplejo que llegas a sorprenderte de las curiosidades que realmente le surjen a la gente. Y es que a mi, por ejemplo, y trabajando en una panadería, han llegado a preguntarme si sabia donde se había cosechado el trigo con el que estaba elaborado el pan, explicándome, intentando añadirle coherencia al asunto, que si provenía de según que regiones se negaba a adquirirlo por cuestiones "políticas". Y es entonces cuando te paras a pensar y llegas o dos conclusiones: o la rara eres tú por no añadir ese tipo de cuestiones a la lista de la compra o la gente tiene demasiado tiempo para perder intentando descubrir de que comunidad autónoma provienen todos y cada uno de los ingredientes.Pero bueno, puedo aseguraros que ese no es el caso más alucinante que puedo llegar a contaros ¿eh? Porque, en otra ocasión, y siguiendo con las procedencias de los alimentos, un cliente fue más allá y me preguntó, esta vez  por un codillo de cerdo asado, si sabía, no solo de donde procedía ese cerdo, sino sus progenitores. Vaya, que si sabia exactamente, donde había nacido el cerdo y sus padres. Y claro, es en ese momento en el que te quedas mirando al cliente y lo único que te sale es un: "pues no, para que le voy a engañar" Y no lo rematas con un: "y me la suda" por una simple cuestión de educación, y por conservar el trabajo, para que vamos a mentir, porque estoy segura de que si nuestro trabajo no peligrara, más de una y mas de dos como yo hubiéramos mandado a la mierda a más de un cliente sin que nos temblara ni un solo pelo del flequillo ¿o me equivoco?

Pero  a parte de esas absurdas preguntas en las que te dan ganas de mirar a los lados a ver donde está escondida la cámara oculta, las dependientas (o dependientes vaya, es por generalizar) de comercio, tenemos que lidiar con clientes de los que podría decirse que tienen un morro que alucinas. De esos, que cuando trabajas por ejemplo vendiendo embutidos te piden que les dejes probar toda la variedad de jamones para acabar diciendo: "mmmm, no se, no se, me vas a poner mejor un poquito de mortadela, que el niño seguro que se la come mejor". ¿Perdona? ¿Mejor? Y eso no lo sabias antes de llenarte el estómago ¿o que? Porque a veces me da la impresión de que cualquiera de estos va a acabar preguntando si no tengo una copita de tinto y unas olivitas para acompañar vaya. Y sin vergüenza ninguna ¿eh? Y luego vas tú, y coges una uva de la frutería para ver si están dulces antes de comprar y te da la impresión de que en cualquier momento van a aparecer los de seguridad para ponerte contra la pared y cachearte.

Muchas veces me pregunto si cuando me calzo el traje de cliente y me quito el de dependienta, seré tan rarita como todos los que yo me encuentro, pero luego reacción y me doy cuenta de que a mi jamás se me ocurriría hacer según que preguntas... Y es que hay clientes con los que tienes que contenerte muchisimo para no tirarte al suelo y empezar a reír. Clientes que te preguntan por ejemplo: Oye, ¿aqui vendéis el jabón ese de manos que sale dándole a un botoncito, que anuncian en la tele y que es anticonceptivo? Y automáticamente, primero se te abren muuuucho los ojos, y después de contener una tremenda carcajada y pensar un poco reaccionas y dices: será antibacteriano ¿no señora? Y ella simplemente te dice, ese ese, el que mata los bichos. ¿lo vendéis?. Y tú la acompañas amablemente pensando por el camino, eso si, a cual de tus compañeros vas a contarles la anécdota primero.

Y no solo con preguntas de lo más extrañas tenemos que lidiar ¿eh?. Ser dependienta es mucho más. Tienes que tratar con gente con tanto morro, que no le importa lo más mínimo que estés delante para abrir un producto y ponerse a comer o incluso para metérselo al bolso como si tal cosa. o clientes amargados y malhumorados que te tratan como si tu hubieras nacido solo para servirles. En una ocasión, una de estas amargadas e histéricas que aparecen cada día esperando que les pongas la alfombra roja se acercó a la panadería donde yo trabajaba con su nietecita, una nena de unos dos añitos, y que con toda la gracia del mundo se puso a chupar la harina de los panes que tenía expuestos. Obviamente, cuando la vi, me diriji a ella, y muy amablemente (puedo jurarlo) le pedí por favor que controlar a su nieta para que no chupara el pan, pero ella, lejos de disculparse o avergonzarse, comenzó a gritarme, diciendo que solo era una niña, que no tenía ninguna enfermedad ni nada raro y que no iba a contagiar nada a nadie, y que si así tratábamos a los clientes, nos íbamos a quedar sin ninguno en dos días. Yo me quedé tan sorprendida que increiblemente no me salió ni la réplica en ese momento, pero por suerte para mi, otro cliente reaccionó por mi soltando un comentario de los más contundente: "pero que guarra!!" Y claro, eso supuso el comienzo de un acalorado debate en el que pude aprovechar, primero para retirar los panes que la graciosa chiquilla había chupeteado y segundo para escaparme de aquella situación que me había parecido más propia de un 28 de diciembre.
Recuerdo también otra clienta, de estas englobadas en la categoría de totalmente intransigentes, montó una movida tremenda, con denuncia incluida por un malentendido de lo más absurdo. Resulta que por la compra de coca cola regalaban unas papeletas-rasca en las que podía tocarte un balón, o un polo de la selección o entradas de fútbol. Bueno, pues esta señora tuvo la suerte de encontrar la papeleta en la que había sido agraciada con un "polo rojo" y ni corta ni perezosa hizo eso mismo, ir a reclamar su (volkswagen) polo rojo. Podéis imaginaros la cara de la cajera, que con la camiseta en la mano, veía como la otra energúmena gritaba y gritaba reclamando su coche.

Y ya si de robos hablamos, hay gente que ha superado los niveles de ingenio nunca imaginables y ha conseguir robar cosas o en cantidades que resulta de lo más increíble. Quizás, la anécdota más sorprendente de las que yo recuerdo fue una clienta que llamó la atención de la seguridad porque iba dejando un reguerito de gotitas de sangre. Claro, el personal, alarmado, fue a socorrerla y se encontraron que la sangre provenía de los pinchazos que estaba recibiendo de todos los langostinos con los que se había llenado las bragas. Puedo aseguraros que las cosas que la gente es capaz de robar, os dejarían a más de uno con la boca de lo más abierta. Y es que no puedes fiarte de nadie y sino, para prueba:


8 comentarios:

  1. Me gustaron tus anecdotas.

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  2. La de los langostinos uuuffff exagerada, buen post, saludos :-)

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  3. Exagerada, pero real, lo juro!! Hay gente para todo!!!

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  4. jajajaja muy buenas anécdotas!!!
    deberia de existir por ley aunque sea un dia en el año en que se pueda contestar al cliente con la primer guarrada que se cruce por la cabeza!

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  5. asi es el dia a dia que tenemos, me siento identificada,jajjajajaja, un beso

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