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martes, 12 de marzo de 2013

Vagancia por afición...

Ayer tuve una de esas conversaciones que a priori no parecen importantes. La típica charla nada transcendental y por matar el rato que tenemos para ocupar nuestros ratos de espera pero en las que te quedas pensando pasado un rato. Todo empezó como empiezan estas cosas, que si el tiempo, que si la crisis, que si bla bla bla,... hasta que me hicieron una pregunta de lo más amistosa: "Y a ti, ¿te gusta la playa?". Respondí que, "ni me gusta, ni me deja de gustar, pero que no voy solo por no pasarme luego días encontrando arena hasta en la taza del desayuno". Y claro, la otra persona continuó preguntando: "entonces, eres más de montaña ¿no?". Y mi respuesta, pues similar. "La montaña, ni me gusta ni me deja de gustar, pero por no caminar, montaña para arriba y por no preparar todo lo necesario de una jornada de montaña, pues no voy". Y claro, mi partener en la conversación, ya viendo un poco mi desidia, intentó concluir con un: "¡ah! entonces tu eres de las mías, ¿de piscina!" Aunque supongo que no esperaba mi respuesta. "Pues vaya, el agua me gusta, pero la piscina, pues ni me gusta ni me deja de gustar, aunque reconozco que por no preparar la bolsa piscinera y por no tener que llevar a cabo todo el ritual de ducha, secado de pelo y todo ese rollo que implica, pues no voy mucho, la verdad". Y como vi la cara que empezaba a ponerme, preferí ser yo misma la que plasmara en palabras lo que era obvio que ella misma estaba pensando: si, ¡¡ soy vaga.!!

Y soy vaga, consciente y voluntariamente. Me encanta ser vaga. De hecho, tengo la firme teoría, nada contrastada claro está, y seguramente del todo refutable, de que este mundo ha evolucionado gracias a nosotros, a los vagos. Siempre he pensado que los grandes avances que nos facilitan la vida han sido ideados por gente vaga que ha exprimido sus neuronas buscando medios para hacer su vida más practica y menos laboriosa. Me gusta pensar que el mando a distancia lo inventó un vago que no quería levantarse a cambiar de canal, o que la típica maruja aburrida de cargar con su cesto e ir a lavar río arriba, se sentó un día he inventó la lavadora. Y si, soy perfectamente consciente de que no es así, pero me gusta creerlo. Supongo que sería tan fácil como "googlear" un poco e investigar el origen de todos esos inventos, pero voy a hacer gala de mi holgazanería y a pasar olímpicamente de hacerlo, porque además, me gusta más mi teoría.

Os diré, que siempre he presumido de esa cualidad aunque desde vuestro punto de vista sea más un defecto, pero bueno, es lo que tienen las opiniones, que cada uno tiene la suya. Me gusta ser vaga. Me ha gustado siempre. No me gusta el deporte, ni los largos paseos. Minimizo mis esfuerzos al máximo, y soy de las que siempre ha "dejado para mañana, cosas que podía haber hecho hoy". Me parece absurdo negarlo porque es así. Y ¡Oye!, tampoco me imagineis como un limaco apoltronado en el sofá, que pasa las horas muertas contemplando como su culo adquiere unas proporciones inadecuadas porque no es así ¿eh?. Que una es vaga pero no tonta. Aprovecho mis horas, y tengo una vida normal, como la de cualquier persona. Salgo, entro, limpio, compro, mantengo activa mi vida social y familiar. E incluso a veces me doy el lujo de hacer algunas cosas que van en contra de mi condición de vaga (pocas, la verdad, muy pocas). Soy una persona activa en el trabajo que cumple con sus obligaciones y nunca han tenido que reprocharme lo contrario aunque reconozco que también en este ámbito he tenido algún día vago, aunque, y para mi defensa, soy de las que, viendo el percal, comienzo mi jornada con un: "que sepáis que hoy tengo un día vago ¿eh?, aviso!" Aunque suelen ser los menos, no me juzguéis....

Pero que soy vaga es un hecho. Incluso, he de deciros que la gente especialmente hiperactiva, esa que siempre tiene algo que hacer, y cuando no lo tiene, se busca una ocupación, me cae un poquito gorda. Me resulta inimaginable comenzar mi día saliendo a correr para después, volver a casa, darme una ducha, e ir al trabajo. Salir, comer en familia o con amigos, para pasar mi tarde yendo a cursos, charlas, clases o la ocupación que sea que la gente se busca para "matar su tiempo", e incluso, después de eso, ir al gimnasio a quemar el exceso de energía del que además presumen, y acabar mi día llegando a casa y seguir con el resto de tareas propias del hogar que no me ha dado tiempo a terminar en mis pequeños ratos entre actividad y actividad. Eso para mi, lejos de ser una vida es una tortura. Me parece genial que a la gente le guste el deporte, lo respeto, incluso creo que si no fuera tan vaga lo envidiaría, pero para mi, desde luego, es algo de lo más prescindible, agotador y algo que haría, sin duda, por conservar la talla de mis vaqueros más que por quemar ningún tipo de energía, porque lo que es yo, la energía, ni la acumulo, ni necesito quemarla, y de ser así, estoy segura de que se me ocurrirían mil formas mejores de hacerlo que sentada en una bicicleta anclada al suelo pedaleando como una loca como si fuera a llegar a alguna parte.

Pero es mi opinión ¿eh? Cada uno podéis hacer con vuestra energía lo que buenamente os de la gana, hacer deporte por afición o por salud, ocupar vuestras horas como mejor os parezca, aprovechando cada segundo libre para buscaros algo con lo que matar vuestro tiempo. Podéis dedicaros a cuantas actividades creáis necesarias para sentir, al final del día, que habéis aprovechado al máximo vuestras vidas y que tenéis una existencia de lo más plena, porque lo que es yo, seré feliz mientras os observo desde mi sofá, de eso podéis estar seguros....

Y es que es lo que tienen los pecados capitales, que son divertidos. Porque la pereza será pecado, y seguramente no iremos al cielo, pero no por  pecadores, sino porque no haremos el esfuerzo de ir, a menos que nos vengan a buscar...



1 comentario:

  1. yo soy de las tuyas,jajja, vaga, creo que hay que ahorrar esfuerzos innecesarios. la semana que viene voy a ir vaga a trabajar,jajaj.una compañera de trabajo ahorradora

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