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domingo, 10 de marzo de 2013

Animales de costumbre.

Hoy he tenido uno de esos días en los que me ha dado por pensar mucho. Y no es que lo plantee como una novedad ¿eh? Nada que ver. Soy una persona que piensa mucho por norma general. Que le da tantas vueltas a la cabeza como le es posible, pero hoy, en particular, he pensado sobre cosas en las que nunca me había parado a pensar. Y me he dado cuenta de que vivimos rodeados de cosas que resultan de lo más absurdas y que utilizamos expresiones, que pese a que ya forman parte de nuestro más común vocabulario, son incongruentes hasta el extremo.


Cada día vemos o utilizamos objetos o usamos expresiones que ya no nos llaman la atención en absoluto, pero que si analizáramos durante un segundo con un mínimo de lógica, descubriríamos que es eso precisamente de lo que carecen, de lógica. Os pondré un ejemplo. Todos hemos hecho uso en alguna ocasión de los servicios de un cine o de un centro comercial. Por norma general, por lo menos los que yo conozco, son más o menos iguales; cubículos separados por pareces y puertas que no llegan al suelo. Pues bien; aquí es donde yo me pongo a buscarle la lógica. ¿Por qué? ¿Cual es el razonamiento para que estos espacios no puedan tener puertas y paredes completas? Por que yo,  por más que intento buscarle la parte práctica no consigo encontrársela. Obviando lo desagradable que resulta el hecho de tener que aguantar los ruidos y olores de nuestro "compañero de celda contigua", resulta de lo más incómodo saber que ese mismo compañero está observando tus pies (quizás incluso criticando tus zapatos) y lo que es aun peor, resulta de lo más perturbador ver los "movimientos" de nuestro vecino a través del reflejo de las baldosas y más aun sabiendo que él puede hacer lo propio con nosotros. No creo que el hecho de que estas puertas puedan llegar a ser más baratas sea la motivación que incline a los dueños de los locales a instalarlas, pero os juro que si no es esta, no he conseguido encontrarle ninguna otra explicación. ¿Se os ocurre alguna?

Pero aunque los casos de objetos son más limitados, aunque los haya ¿eh? que los hay, y muchos, de lo que si estamos rodeados es de expresiones ilógicas y de lo más absurdas, que utilizamos a diario y sin pararnos a pensar ni un solo minuto en lo incoherente del asunto. Y aquí es donde el mundo vegetal se lleva el primer premio: Nos pasamos la vida buscando nuestra "media naranja" como si esa expresión significara algo razonable y la naranja fuera sin duda la fruta más romántica, sensible y delicada de todas las frutas. Y a la hora de mostrar desinterés, no nos cortamos a la hora de expresar que algo nos importa "un pimiento", "un pepino" o incluso "un comino". Paraos a pensar un poco en la frase por favor: "Me importa un pepino". ¿Y la lógica esta en.....? Lo digo en serio ¿eh? Si alguien le encuentra el sentido a cualquiera de estas frases, me gustaría ser la primera en saberlo.

Y es que las expresiones "vegetales" no tienen fin: "dormirse en los laureles", "ser la guinda del pastel" o "el perejil de todas las salsas", son ya clásicos de nuestro vocabulario. Y a todas estas puedo llegar a buscarles un sentido. Puedo encontrarle la explicación a "estar más fresco que una lechuga" pero alguno se la encontráis a "estar en el ajo". ¿Por qué estar involucrado en algo es "estar en el ajo" y no en la cebolla, el puerro o el calabacín? ¿Por qué los agujeros de los calcetines son "tomates", algo antiguo es "del año de la pera" o si nos dejan "nos dan calabazas"? Y yendo un poco más lejos, ¿a que desequilibrado daltónico se le ocurrió que "una mancha de mora, con otra verde se quita"?

Nos hemos acostumbrado tanto a usar ciertos objetos, utilizar determinadas expresiones o a realizar ciertas acciones que ya no nos damos cuenta de lo absurdo que resulta. Nos tomamos el zumo de naranja casi directamente del exprimidor porque "se le van las vitaminas", añadimos aceite al agua al cocer pasta para que "no se pegue", sin pararnos a pensar que el agua y el aceite, no solo no se mezclan, sino que éste último siempre queda por encima, por lo que no llega a la pasta. Retiramos la miga del pan porque engorda, cuando en realidad es la corteza la que, al tener menor proporción de agua, a igual peso que la miga, aporta más calorías.

En definitiva, que lejos de ser lógicos, somos, animales de costumbre...

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